Cuando uno decide que quiere algo (deseo), en ese momento se tiene la idea clara, pero mientras se alcanza el objetivo… transcurre el tiempo y en este se intercalan otros sucesos. Estos nos distraen y nos desenfocan al enfrascamos en lo que trae consigo cada ‘nuevo evento’, haciéndonos perder la apreciación clara del objetivo inicial.
Ejemplos mundanos:
1. Una familia disfruta de reunirse a comer los domingos, pero con la cantidad de miembros involucrados con diferentes gustos por la comida… se enfrascan en decidir que platillos se van a preparar para darle gusto, sino a todos, si a la mayoría. Lo importante no es lo que van a comer en si, sino el gusto de reunirse. Es decir, lo importante no es la comida sino con quien se comparte.
2. Se está preparando la fiesta de 15 años de la hija mayor, es la primera vez de un evento como este para la familia. Los papas tienen una idea y la hija otra, empiezan a discutir y a mostrar el disgusto debido a las diferencias que cada quien tiene con respecto a las decisiones del evento. Lo más importante del evento y lo que más se disfruta en si, es la convivencia en su preparación, ya que el evento mismo pasa muy rápido.
En la vida lo más importante no es lo que sucede sino lo que se hace con los sucesos. ¿Qué haces con el sufrimiento? ¿Para qué te sirvió la mala experiencia?
En reiteradas ocasiones les he dicho que todos somos Uno y que solo existe el bien. Al desenfocarse de esto es cuando se sufre. Si estas sufriendo es porque te crees separado y porque los acontecimientos te han confundido. Al volver a enfocarte aprecias las cosas de manera muy diferente.
Esto lo repetimos una… y otra… y otra vez… … …
¿Cuánto más tardaremos en aprenderlo?
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