¡Todos somos Uno y sólo existe el
bien!
La apreciación de un mundo dual es
una instauración humana.
La opinión acerca de algo fabrica
una separación psicológica en lo indivisible.
Ejemplo: alegría y depresión son los
puntos extremos en la vibración de un mismo estado de ánimo. El primero se
encuentra en su máxima expresión y el segundo es en su mínima expresión. Si
repites en voz alta alegría y luego depresión escucharás que la resonancia es
la misma.
El reconocimiento individual de ésta
deficiencia humano-psicológica, es básico para la transformación conjunta en la
forma de apreciar la realidad y de experimentar cambios insospechados.
El convencimiento firme en la frase:
‘Nada existe excepto Él’, similar a: ‘Sólo existe Uno y es el Bien’ o ‘Todo es
Uno y esta Bien’, es fundamental.
Al desear desarrollar la capacidad
de poder apreciar los opuestos como simultáneos y continuos, así como lo es
también, desear experimentar la Unicidad es el principio para el regreso a Casa.
Para garantizar el retorno, se
requiere de una - Gran Fuerza - debido a
que la vibración colectiva aún está en su mínima expresión.
Está Gran Fuerza se obtiene en la
medida en que reconoces la incapacidad humana –psicológica- para lograrlo. Esta
deficiencia mental, desarrolla en ti la necesidad de ayuda extra, una ayuda de
- Orden Superior - de cualquier forma en que tú lo comprendas, que contrarreste
y corrija la separación psicológica instaurada por tantas generaciones.
El desarrollo y la práctica de la fe
por encima de la razón, es indispensable para mantenerse: firme, confiado, y
para actuar en el logro del objetivo en contra de todo lo que se percibe.
La incapacidad humana de poder
percibir a dos opuestos como lo mismo, así como lo es apreciarnos como UNO, se debe a
la falta de conexión con nuestra verdadera naturaleza, el espíritu.
¡La fe no pertenece al ámbito de la
razón!
Isabel Martínez Loya.
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