Capítulo III
Re-conociendo nuestra naturaleza
Tenemos la mala costumbre de sólo
reconocer o ver lo bueno que habita en nosotros y lo malo ocultarlo en el
inconsciente. Lo malo, no reconocido por mí, lo proyecto hacia los demás, ¡Yo
estoy haciendo lo correcto, el equivocado eres tú!, ¡Yo soy bueno y tú eres
malo!, ¡El manipulador eres tú no yo!, ¡Tú eres el egoísta!, ¡Tú eres el
necio!, ¡Tú eres el equivocado!, ¡Tú eres el que no ve como son las cosas!,
¡Tú!, ¡Tú!, ¡Tú! ¡Tú!, ¡Nunca yo…siempre tú!
Todo y todos tenemos algo bueno y
algo malo. Querer ser sólo buenos……..…..¡¡¡es imposible!!! al igual que lo es,
creer que sólo tenemos cosas malas. Debemos aprender a reconocer en nosotros
las dos partes. Como tenemos la tendencia de reconocer lo bueno y ocultar lo
malo, el asunto es que lo ocultamos tan bien que hasta logramos engañarnos a
nosotros mismos.
Negar esa parte nuestra que no
nos gusta, que nos incomoda……….. pero eso no quiere decir que no exista, ¡¡¡ahí
está siempre!!! Buscando diversas formas de manifestación dada nuestra
negación, proyectamos nuestra parte mala hacia los demás; mandamos mensajes
ocultos para que nuestros verdaderos sentimientos no se perciban; disfrazamos
la envidia de consejero; la avaricia de altruismo; la pereza de enfermedad; la
ira de poder; la soberbia de inteligencia; la gula de debilidad; la lujuria de
pasión.
De esta forma no estamos ni
aceptándonos, ni amándonos realmente, sólo estamos amando una parte y odiando
la otra. Sugiero abrazar tus dos partes. ¡Ámate! ¡Acéptate! …..y entonces y
sólo entonces podrás modificar lo que no te agrada de ti.
¿¿¿Conoces y aceptas tus dos partes por igual???
Todos podemos ver los malos
sentimientos dentro nuestro, pero como no es agradable percibirnos con mal
alguno, por ningún motivo queremos reconocer la fealdad que puede habitar
dentro de nosotros, lo que queremos, de
cualquier forma, es deshacernos de “ese” sentimiento. Nuestro inconsciente lo
proyecta, transfiriéndolo a los demás, en forma de error o dolor ajeno. ¡Él
está mal, no yo!, ¡Ella sufre, yo no!
Pero que es lo que sucede...
¡¡¡Ahora lo hemos multiplicado!!!, ahora no sólo tengo mis males..., sino que
ahora también veo los tuyos. Lejos de librarnos del error y del dolor, hemos
acrecentado el malestar, pero ya no tenemos donde transferirlo. ¡¡¡Hemos
equivocado el método!!! No estamos obteniendo los resultados deseados.
<Para todo aquello que queda fuera del ámbito en el que la educación y
el adiestramiento han forjado lazos sólidos, constituye la llave de acceso a la
licencia absoluta>
Simone
Weil
En lugar de negar esos
i-n-s-t-i-n-t-o-s, aprendamos a reconocerlos, a traerlos a la luz, a no
mandarlos al inconsciente, a no otorgarles licencia absoluta de operar a sus
anchas sin ningún control de nuestra parte. La única forma en que pueden
desvanecerse es si en el momento en que somos invadidos por “esa sensación” le
prestamos toda nuestra atención, analizamos las razones por las que está
sucediendo. Si lo hacemos notaremos que es el “yo” quien siente peligro de
situaciones imaginarias, porque el Ser nunca está en peligro; Es el yo el que a
toda costa quiere existir, sobresalir, demostrar, sentirse a salvo y protegido.
Cosa que logra únicamente por instantes. No alimentes al yo, entre más le das
más te exige. Su característica principal es la insatisfacción y el miedo, no
le des lo que pide, mejor aprende a negociar con él. Reconoce tu verdadera
naturaleza y no trates de demostrar lo que ¡ya
Eres!; Nadie puede hacerte daño, ¡porque Eres invulnerable! Reconforta a
tu “yo” hazlo sentirse seguro y a salvo, esa es nuestra verdadera naturaleza y
no la que hemos inventado.
Lo que intento con esta
información entre otras cosas, es que aceptes lo que sucede dentro de ti como
un todo. Que saques del inconsciente la parte “equivocada” y que la abraces
junto con la buena. ¡Que te aceptes como fuiste creado! La connotación de
“malo” y “equivocado” se la has dado tú en el momento en que no respondías a
las expectativas de los demás. Le hemos dado implicación de “pecado” a lo que
es “instinto”. Pero gracias a que somos racionales lo podemos manejar con sólo
poner atención a lo que está sucediendo y tomar unos segundos para analizarlo.
Todos sentimos un poco o un mucho
(depende de cada quien) de ira, soberbia, gula, pereza, envidia, lujuria y
avaricia. ¡Eso no es malo!, ¡Es un i-n-s-t-i-n-t-o!, y es humano. Reconocer que
somos un poco de cada uno es mejor que negarlo. Porque sólo re-conociéndolo, es
como lo podemos cambiar, corregir, minimizar, dominar o transmutar. ¿Cómo
puedes cambiar algo que no ves que está ahí?
El ser humano al igual que los
animales tiene instintos y éstos lo hacen actuar. A diferencia de los animales
que reaccionan a su instinto sin cuestionarse, los humanos, debido a las
estructuras sociales y religiosas “creemos” que los dominamos con la voluntad.
El problema es que como el instinto no lo consideramos como tal, sino como un
mal sentimiento (pecado), optamos por negarlo, y al hacerlo lo mandamos al
inconsciente donde puede operar a su antojo y proyectarse hacia el exterior.
El problema se acabaría si
reconociéramos la emoción como tal, sin juicio y la domináramos con la
voluntad. Pero como no queremos ser “malos” o “pecadores” nos cuesta mucho
trabajo reconocer ese sentimiento dentro de nosotros, así que complicamos las
cosas arrojándolo hacia los demás. ¡Así no podemos dominar nada! La emoción se
ha apoderado de nosotros y actuamos en consecuencia sin darnos cuenta de ello.
Es necesario observar la emoción y re-conocerla para
poder dominarla
Para poder dominar la emoción es
necesario permanecer a-t-e-n-t-o-s e inmóviles observándola, entonces la
tentación de acción se desvanecerá y aparecerá la satisfacción por el logro del
dominio.
Para ahondar un poco más en el
tema y hablar específicamente de la parte racional y emotiva del ser humano que
ocasiona que reaccionemos, ya sea consciente o inconscientemente a los malos
sentimientos, es necesario reconocer que se debe a esa sensación de vacío, de
la cual huimos constantemente por ignorancia, por miedo a la nada, y la cual
deseamos llenar a como dé lugar, aunque sea con una emoción equivocada.
Ejemplos:
- Si una amiga mía le regala algo a otra amiga suya, siento el vacío, el
vacío que eso despierta en mí, yo no recibí aquel regalo, me hace falta,
la prefirió a ella, entonces lleno aquel vacío con ¡envidia!
- Si llega una persona y habla de un tema desconocido para mí, siento el
vacío, el vacío que eso despierta en mí de “no saber” eso, no estoy
completa de información, me hace falta más, entonces lleno ese vacío
diciendo con “soberbia”: “eso no me interesa saberlo”.
- Si pierdo el control ante una situación, si se hace el vacío eminente,
……me enojo, y con ira lo lleno. Amedrentando a los demás vuelvo a
apoderarme del control.
En estos casos, si optamos por
observar la emoción ...y dejamos que la necesidad por llenar el vacío con lo
que sea se agote, entonces podremos vencer la tentación de actuar con equivoco
y podremos llenar aquella sensación de vacío con satisfacción y plenitud al
reconocer que nada nos hace falta.
A contactar con nuestras verdaderas emociones
Es importante saber qué pasa con
nuestros sentimientos en cada momento. Si yo no les doy importancia, si los
ignoro y los paso desapercibidos toman formas inexplicables en mi
comportamiento. Por eso hay que reconocer que la avaricia, la pereza, la
envidia, la soberbia, la ira, la gula, la lujuria, la vanidad, etc., tienen cabida en mi corazón.
Ejemplo:
Voy a tomar un café con una
amiga, y ella me cuenta que su esposo le compró una camioneta nueva preciosa.
En eso…….. yo empiezo a sentir una inquietud……….., algo me está haciendo sentir
incomoda…………………………….
Puedo:
1. Prestarle atención a la emoción que recibir dicha información me ocasionó.
La observo…… y dejo que la sensación de vacío se agote permaneciendo inmóvil.
2. Puedo no hacerle caso a esa sensación, ignorarla y seguir la charla como si
nada estuviera sucediendo.
Si opto por el no. 1 y le hago
caso a mi emoción………entonces analizo:
- ¿qué me pasa?
- estoy sintiendo que un duendecito se me está subiendo por la pierna
- ¿cara de qué tiene? ………
- tiene cara de la envidia.
- ¿De qué siento envidia?...
- De que a mí no me regalan una camioneta
- ¿Y tú quieres una camioneta?
- No, porque no cabe en mi cochera.
- ¿entonces?
- Pues le digo a duendecillo que se baje porque ¡¡¡yo no quiero una
camioneta!!!
Si opto por el no. 2 y no le hago caso a mi emoción………entonces
sucede que:
Ese duendecillo de la envidia se
me sube sin yo darme cuenta y con el paso del tiempo llega hasta mi oído y me
da la orden de: ¡¡¡Necesitas una camioneta para ser feliz!!! Ocasionando
entonces que empiece a tener el deseo y la necesidad de tener una camioneta a
como dé lugar.
¿¿¿Normalmente qué haces les pones nombre a tus duendecillos
o los dejas subirse sin control a tu mente???
Al origen de los instintos
Debido a las malas experiencias
que hemos tenido a veces desde muy temprana edad, donde percibimos por vez
primera la individualización, es decir, que no somos todos Uno, que estamos
separados y que dependemos de alguien más….., al sentirnos vulnerables,
empezamos a desarrollar cada uno de nuestros instintos.
Esa vulnerabilidad que sentimos
nos ha hecho fabricar soportes que nos dan seguridad como son: El querer tener
para no sentir que no hace falta algo, el querer ser el mejor y que nadie nos
gane en nada; el querer hacer las cosas por la vía más corta y cómoda para no
desgastarnos; el querer ser autosustentables y no necesitar a nadie que pueda
defraudarnos; el tener que imponernos ejerciendo nuestra fuerza de carácter
para defendernos; el sentir consuelo con algo exterior a nosotros mismos; o bien,
el querer gozar todo al máximo como si fuera lo único que podemos hacer para
darle sentido a nuestra vida.
Ejemplos:
- Soberbia: De pequeño quien me sostenía en brazos se descuidó y casi me
caigo……, haciéndome sentir por vez primera mi fragilidad. Eso ocasionó que
despertara en mí la necesidad de sostenerme yo sólo y no depender de nada
ni de nadie, buscando la forma de sólo contar conmigo y nada más.
- Avaricia: No fui provisto de lo que necesitaba, haciéndome sentir
carencia por ello, así que decidí ser mi propio abastecedor y asegurarme
que nada me faltara el resto de mi vida.
- Ira: Cuando traté de exponer mis necesidades, no fui acogido, no me
hicieron caso……, así que empecé a imponerme y a exigirlas.
- Pereza: Cuando me esforzaba en algo, no fui reconocido…….., así que
decidí que no tenía ningún caso esforzarse.
- Envidia: Cuando requerí de algo importante para mí, no fue a mí a
quien se lo dieron sino a alguien más, haciéndome sentir menos
importante……, así que decidí obtener las cosas por mí mismo.
- Gula: No fui consolado cuando lo necesité……, así que decidí consolarme
a mi mismo con lo que más me gustara.
- Lujuria: No le he encontrado placer a la vida…….., así que lo busco
desesperadamente en algo.
Los instintos no son del todo negativos. Como todo,
contienen también su parte positiva. A continuación explico algunos casos:
A reconocer
nuestros instintos
La negación de los instintos hace que se apoderen de
nosotros convirtiéndonos en animales irracionales, y los multiplicamos al
proyectarlos en los demás.
Avaricia
Defecto: no disfrutar y no compartir
Virtud: Generosidad
La avaricia es el instinto de
atesorar para ‘uno’ bienes materiales por miedo a sentir escases. Debido a este
miedo acumula en exceso y deja tanto de disfrutar como de compartir lo que
tiene. También se puede ser avaricioso en el afecto.
La avaricia nos ayuda a pensar en nosotros primero que en los demás. Esto
no está del todo mal, porque: “para poder amar a alguien más, primero debemos
de amarnos a nosotros mismos”. Partiendo de esta premisa es que seremos capaces
de amar a alguien más. El asunto estriba en la parte negativa que es la de
acumular y no disfrutar lo que tenemos por miedo a dejar de tenerlo. O bien, el
de acumular pertenencias en exceso y no compartirlas con quien pueda estar
necesitándolas.
Si el avaro supiera
el verdadero valor de su tesoro,
ni lo cuidaría, ni
lo adoraría.
-
Observa a un perro enterrando su
hueso
Defecto: Posponer y dejar de hacer lo que se quiere
Virtud: Diligencia
La pereza es dejar de hacer lo que realmente
quieres hacer por flojera, es decir te traicionas a ti mismo.
La pereza nos ayuda a hacer y a tomar las cosas con calma, a vivir
lentamente en lugar de hacerlo a las carreras y con prisa. El problema surge
cuando “por pereza” dejo de hacer las cosas que quiero y me interesan; o me
lleva a caminar dos o tres veces el mismo camino por querer hacerlo por la vía
corta (cómoda); o pensando que ahorro energía, la agoto debido a la modorra; o
bien, posponer el hoy por el mañana que igual no llegará.
¡La vida de va tan aprisa que hay
que vivirla muy despacio!
Jose Antonio Gabriel Chedraui
-
Obsérvala cuando un perro por
pereza no se para a saludar a su dueño.
Defecto: Falta de control de uno mismo
Virtud: Paciencia
La ira es
esa furia desbastadora que destruye a cuanto esté frente a ella, sin control ni
dirección alguna
Necesitamos la ira para poder
autoafirmarnos como individuos. La ira es la fuerza interior que nos hace
movernos y mover a los demás. En ocasiones es necesario ser agresivos para
defendernos de las otras personas, incluso hasta de los animales. Esa ira que
no está reprimida, que sale de pronto por algún motivo, es una ira suave,
controlada y sólo busca lograr algo. Pero si la reprimimos constantemente por
“miedo” a lo que dirán, a las consecuencias y a las repercusiones, entonces esa ira se irá acumulando y tarde o
temprano saldrá a matar …….o golpear a alguien, o se revelará como
manipulación, agresión psicológica, o
provocando pleitos a nuestro alrededor para que los demás hagan nuestro
trabajo (sacar el coraje).
Por lo general, la ira reprimida
sale en contra de las personas más cercanas a nosotros, que en la mayoría de
los casos son nuestra familia, los seres más queridos e importantes para
nosotros.
La ira espontánea es suave, la ira reprimida es
devastadora.
Envidia
Defecto: Avidez e insatisfacción
Virtud: Caridad
La
envidia es sufrir por los triunfos ajenos y no valorar los propios.
La envidia es un sentimiento de
pérdida, como si al conseguir algo tú, a mí se me escapara de las manos. La
envidia la rechazamos mucho, ya sea que la veamos en los demás o en nosotros
mismos, pero como todo, tiene lado positivo y negativo. El negativo es el no
querer que alguien o …nadie logre lo que desea, hacemos el intento de
arrebatarle el triunfo, pero su lado positivo es maravilloso. ¡Si!, la envidia
nos hace esforzarnos a ser mejores. Cuando vemos a alguien que hace las cosas
de manera diferente o mejor que nosotros, ya sea en su forma de vivir, pensar,
actuar, amar y de ser, entonces podemos pensar: Si él o ella pueden hacerlo,
¡Yo también puedo!, entonces sé que es humano, que se puede lograr, porque si
alguien logra algo... quiere decir que el objetivo ¡es alcanzable!
La envidia ayuda a caminar el camino.
-
Obsérvala cuando hay dos perros y
tú sólo acaricias a uno de ellos.
Soberbia
Defecto: Creerse superior a los demás
Virtud: Humildad
La
soberbia es una necesidad de sentirse superior y en ventaja hacia los demás. Por soberbia es que: no
aceptas, ni pides ayuda; te cierras a observar más allá de ti; cambias tu ‘Ser’
por ‘saber’.
Lo bueno de la soberbia es la
confianza y seguridad que tenemos en nosotros mismos. Pero la soberbia, es
desde mi punto de vista también es la más difícil de reconocer, precisamente
por el sentimiento de superioridad que conlleva. Por soberbia no puedo pedir
ayuda, porque……. ¡¡¡ yo puedo solo!!!, por soberbia no escucho lo que quieres
decirme, porque………¡¡¡Qué puedes tú decirme a mí, que yo no sepa!!!, por
soberbia no puedo pedir perdón, porque………….¡¡¡yo no me equivoco!!!, Por
soberbia no recibo algo, porque………… ¡¡¡eso me deja en deuda o desventaja con
respecto a ti!!!
Es irónico el asunto, porque
entre más me cierro………., más me limito y entre más me limito…………., más
vulnerable me vuelvo.
La soberbia nos sostiene, no permite la caída.
La vanidad de algún modo forma
parte de este concepto, por el elevado concepto que tenemos de nosotros mismos.
Pero a diferencia de la soberbia….. que hace que no necesitemos nada fuera de
nosotros, la vanidad si necesita ¡la alabanza de los demás!
¿¿¿Sabías qué el obstáculo más difícil de vencer para
la iluminación
es la vanidad???
Gula
Defecto: El no límite y el no compromiso
Virtud: Templanza
La gula
es la ansiedad de sentir saciedad sin ejercer ninguna clase de acuerdo con uno
mismo.
La gula nos da esa apertura para
poder discernir si algo nos gusta o no; a comprobar si es cierto lo que dicen
los demás a cerca de algún tema o si hacen falta más ingredientes en el asunto.
La gula, el deseo exagerado de comer y beber de cualquier tema, llámese
conocimiento, chisme, comida, diversión, etc.. El problema radica en esa
exageración a probar y probar de todo y no consolidar nada, se nos va la vida
en pruebas y no le damos forma a nada.
La gula nos ayuda a expandirnos, pero sin forma. ¡Dale
forma!
-
Obsérvala cuando le puedes dar
todas las galletas
que tú quieras a un perro.
Lujuria
Defecto: Ausencia de voluntad
Virtud: Castidad
La
lujuria es la ausencia de voluntad de ‘Uno’ sobre nuestros actos, es decir como
si el cuerpo operara por sí mismo.
Lo bueno de la
lujuria es ese gusto por la vida y por pasarla bien. El error radica en la
falta de control en el que podemos caer si no estamos atentos a nosotros
mismos. Identificamos el sexo con la lujuria fácilmente, ¿pero la sabemos
identificar en otros ámbitos? La lujuria es el E-X-C-E-S-O de alguna actividad
que ocasiona placer, es el desenfreno, es el no poder controlar algo… ¡¡¡
llámese como se llame!!!
Ejemplos:
1. El exceso de
deseos: Si alguien menciona algo que
consiguió o está haciendo, yo empiezo a desear poseerlo también, o hacerlo
aunque no estaba en mi lista de deseos y así persigo uno tras otro, sin
control.
2. El desenfreno en
querer controlar personas o situaciones: Tener la imperante necesidad de que
los demás opinen como yo, tratando de convencer o imponer mi punto de vista en
cada momento; o bien necesitar saber todo acerca de lo que está sucediendo para
sentir que puedo controlarla.
3. El abuso de
trabajo: Cuando solamente sé y hablo de trabajo. Mi vida gira alrededor de mis
logros, de lo que he vendido o de lo que tengo.
4. La sobre necesidad de querer “pertenecer”: Cuando me
deja de importar quienes son
o que hacen las personas…….y sólo me
interesa pertenecer al grupo.
5. El desenfreno, es
decir dejarse dominar ya sea por la
avaricia, la ira, la pereza, la soberbia, la gula y la envidia, significa que
además de presentar cualquiera de los instintos anteriores también cae uno en
el de la lujuria al no poder detenerlo.
La lujuria nos permite disfrutar de los placeres.
¡Tengamos medida!
-
Obsérvala en la actitud de ambos
cuando las hembras están en celo
Para que el lado positivo de
estos instintos se desarrolle por ese camino, es necesario observarlos y estar
atentos de ellos, no perderlos de vista, porque en caso contrario…, se
convierten en negativo al operar dentro de nosotros sin control alguno.
¿¿¿Has abrazado tú parte obscura con su connotación
positiva???
Por dejar a un lado de nosotros lo que no queremos
ver, debido a la domesticación y a la educación, le otorgamos ‘toda licencia’
de acción.
A las cuatro virtudes principales
Las cuatro virtudes principales,
base de todas las demás virtudes son: La prudencia, la justicia, la fortaleza y
la templanza. Estas virtudes son indispensables para vivir en sociedad y gozar
de una calidad de vida humana i-n-c-o-m-p-a-r-a-b-l-e.
Los budistas dicen que si no
tenemos una virtud determinada… y queremos por voluntad propia incorporarla en
nosotros, es a base de practicarla que se puede llegar a convertir en
espontanea.
Una persona prudente es bien
recibida en todos lados y a toda hora, debido al respeto que manifiesta
respecto a las personas, sus ideas y su tiempo. Una persona prudente sabe
cuando y como actuar.
A la fortaleza
Una persona con fortaleza es la
que no se deja vencer ni sucumbe a las dificultades. La fortaleza... es
indispensable para no sucumbir a la tentación de abandonar: un proyecto, una
relación, la educación de un hijo, la solución a un problema, etcétera.
Sólo con fortaleza se llega al
final de un sueño, ...porque obstáculos habrá mil. ¡Mantente firme!
A la justicia
< Justicia: Tener que comprender y pesar el sistema de valores ajeno
junto con el propio en la misma balanza. Construir la balanza.> Simone
Weil
A la templanza
Una persona con temple es aquella
que actúa serenamente, es decir que enfría los sentidos y sus emociones para
afrontar las dificultades y los riesgos. ¡Sólo con atención en ellas se logra!
A otras virtudes
A la generosidad
Gracias a la generosidad... se
salvan vidas en todo el mundo(donativos, envío de víveres en momentos de
desgracia, etc.), se comparten conocimientos y experiencias (maestros,
escritores, conferencistas, etc.) y gracias a eso podemos empezar a partir de
lo que ya aprendieron y no, de donde ellos partieron.
Encontrar a una persona generosa
me parece algo grandioso, porque comparten contigo todo lo que poseen. No se
guarda nada que te pueda servir a ti. Comparten tanto bienes tangibles (cosas
materiales), como bienes intangibles
(conocimiento y sabiduría). De no haber encontrado a personas generosas en mi
camino, no podría compartir este material con ustedes ahora.
¡Desarrolla las virtudes, practicándolas. Sólo se logra con la
práctica!
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